A mis hijos
Si ya no los tengo, si ahora
sólo sombras abrazo,
y en mi tímpano aún vibra
el rumor de sus risas
y el bullicio de sus voces
y carreras
lanzándose los pedruscos
congelados
como si fueran motas
de algodón,
¿a qué vienes, granizo,
desde el cielo?
¿a desgranar más hielo
sobre el hielo?